A ver. Existe un caluroso departamento al norte del Perú en el que el fútbol amateur recibe el nombre de «Fútbol Macho» (porque es de hombres rudos que se sacan «el ancho», dicen). Este departamento-que lleva por nombre Piura- tiene un club al que sus hinchas le entregan el alma y cuerpo. Son fanáticos que no se pierden un solo encuentro del equipo. Gastan sus pocos soles en los pasajes al estadio, en la entrada y en las chelas infaltables al término de los partidos. «Hinchas albos», así les llaman.
La historia de este equipo indica que alguna-muy-lejana vez el club gozó de unos cuantos años de gloria. Los periodistas más viejos de la ciudad cuentan en sus crónicas que sí hubieron años de triunfos, de celebraciones justificadas por la gran cantidades de goles marcados, de jugadores que pasaron a formar parte de seleccionados nacionales. Eso es lo que dicen (y algunos tíos fanáticos me lo confirman con recortes periodísticos de la época).
Pero algo pasó con este tradicional equipo albo. Algo que, la mayoría de mortales de la mencionada región norteña, coinciden en afirmar que es la conjugación de varios factores: incapacidad dirigencial, indisciplina de los jugadores, falta de apoyo económico para contratar «bien», mala suerte, etc. Mientras unos dicen «eso» y otros dicen «esto», el Club Atlético Grau de Piura sigue estancado en la categoría de siempre. Y de eos ya han pasado muchos años.
Las voces en el estadio piurano-año tras año-siempre muestran optimismo. «Este año subimos», dicen en coro los hinchas más viejos. Pero año tras año-desde las dos últimas décadas- estos mismos hinchas sólo han visto cómo los clubes representativos de los departamentos vecinos suben, bajan y vuelven a subir a la categoría profesional del fútbol peruano. Y a estos mismos hinchas no les queda otra opción que seguir siendo optimista. Caballeros, nomás.
Tan deseosos de subir de categoría han estado los dirigentes que hasta compraron la categoría profesional a un equipo del sur de país. La peor de las jugadas, según los más fervientes hinchas albos. Fue en el 2004 y la ilusión sólo duró un año. Fatal jugada para el equipo que, tan sólo dos años antes, había perdido el partido final que le otorgaría -en un terreno de juego- ese mismo derecho de jugar en la categoría profesional del país. Luego de esta derrota, un mar de llantos que los empresarios piuranos quisieron calmar, precisamente, inviertiendo dinero en esa compra. Aquel equipo, llamado «Grau-Estudiantes», sólo duró un breve tiempo en la profesional. Y el hincha volvió a llorar.
Fue entonces que llegó el año 2008 y la campaña empezó con una nueva dirigencia. La promesa era la misma de todos los años: «Este año el equipo sube a la categoría profesional, haremos todo lo posible para lograrlo», dijo el presidente del club. LLegó abril, llegó mayo, llegaron los goles, llegaron las mismas ilusiones de todos los años. LLegó agosto y llegó septiembre. Sí. LLegó septiembre. Llegó la primera semana del mes, pero también llegó la primera derrota del equipo en toda la campaña. Y con eso, a su vez, llegó la eliminación del equipo. El equipo albo que apostó todas sus fichas para este año, volvió a lo mismo. La campaña se acabó.
Los periódicos de la ciudad tenían aliento de tristeza en cada uno de sus textos deportivos. «Clasificó Torino de Talara», «Grau pierde en Talara», se leía en la prensa. Un 3 a 1 en contra que rondará por las cabezas de miles de piuranos. La primera derrota del año que no dio opción a recuperación. «Fútbol macho», le dicen. Un larguísimo torneo de ascenso en el que sobreviven los que «meten» más. Sí, pues, son partidos para «meter». Y el Grau, dicen, el domingo no «metió». Historia conocida en este caluroso departamento del norte del Perú. Y a llorar a otra parte, cantaron por segundo año consecutivo los victoriosos talareños este fin de semana.
Filed under: Al deporte también dile sí | 2 Comments »